lunes, 4 de enero de 2010

2010 (2)





¿Buena suerte o mala suerte?, ¡quién sabe!, este era el título de un cuento que leí, donde las situaciones tristes tenían una lectura diferente porque podían desembocar en algo insospechadamente bueno y donde las cosas buenas tenían un lado malo inesperado. Quién sabe qué puede aportarme lo que sea que viva en este año. Pase lo que paase, ¿será buena o mala suerte?, ¡quién sabe!. Si no me creo el centro de nada, si no pretendo que las cosas sean perfectas o eternas, estaré en el camino, porque, realmente, soy como una mota de polvo en el universo y, mis cosas, motas más pequeñas aún.

2010




Es inevitable acabar un año y no mirarlo con una mezcla de sentimientos. Es igualmente inevitable comenzar otro y no mirarlo con curiosidad. Los ùltimos días de diciembre pensé en 2009, en cómo había sido mi año y no me arrepentí de él. Mentiría si dijera que ha sido fácil, mentiría si dijera que ha sido estupendo, mentiría si dijera que lo repetiría. Pero mentiría si dijera que lo borraría si pudiera. Ahí está, mi 2009, un año inesperado, un año especial, eso es, un año especial.
¿Y 2010?, en nochevieja no deseé nada para él. Que venga y traiga lo que quiera, quién sabe qué será. Sólo tengo el presente, el ahora, no puedo ser feliz en futuro ni debo ser infeliz en futuro. Y no quiero proyectar gran cosa. La vida es como es. Sólo sé que tengo ganas de aprender cosas nuevas, de disfrutar cada paso con lo bueno, de relativizar lo desagradable.
Hola, 2010, no me dejes indiferente; no te recibo con pena, tampoco con ansiedad, sólo vienes y ya está; me pareces largo porque estás recién estrenado, quién sabe cómo te terminaré. Espero ser mejor persona, espero ser más libre, espero amar mejor.