miércoles, 29 de julio de 2009

soledad

Soledad a solas, soledad acompañada, soledad conmigo, soledad, soledad. Son las 6 de la mañana, mi casa duerme, pero yo no puedo. He levantado mi soledad de la cama y la he sentado en el sofá, he decidido escribir un poco, leer un poco, quizá ver la tele. Un par de horas nocturnas antes de volver a la cama para levantarme del todo.
Es todo un poco raro; lea por donde lea la gente habla de rupturas en la pareja, que si en verano hay más, que si con la crisis económica aumentan o esto que leía en un blog:
La mayoría de nosotras sufre constantemente la imposibilidad de encontrar a esa chica buena y cumplir ese inamovible destino lésbico. Pero hay otras que tenemos la temible fortuna de encontrarla.

Durante un tiempo indeterminado (y variable según el sujeto de estudio) vivimos en un mundo rosado, edulcorado y feliz para decir lo menos. No existe cosa imposible para una lesbianita enamorada y correctamente correspondida… ¿o no?

Pero, y aquí cambio a cámara en subjetiva; la magia del amor tiene una fecha de vencimiento determinada, tan determinada como la del atún: más cerca o más lejos pero llega el día en que el mundo rosado empieza a tornarse gris. La bonita rutina de las parejas felices comienza a saberme a poco, me hace falta esa emoción, esos nervios, esa aventura de conocer a alguien e intentarlo… o la adrenalina de conquistar, así sea por un rato.

Me ataca a veces, cuando veo una niña linda y gay!!! Cuando conozco una muy interesante, cuando mi novia llega a la universidad sin peinarse… o el domingo por la tarde cuando la rutina me abraza un rato.

Qué puedo hacer? es la maldita inconformidad del ser humano!


No sé, ¿será real que no existe un amor a largo plazo o para siempre?. No sé, a veces hay distancias que parecen insalvables, que no sabes qué hacer porque parece que metes la pata o sí o sí... A veces no sabes qué hacer, si sí o si no, si aquí o allí...